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Y CON GRAN PODER DABAN TESTIMONIOS DE LAS ATRACCIONES DEL MUNDO



Hemos hecho todo lo contrario a Juan el Bautista. Cuando le decían que Jesús le estaba robando protagonismo, él dijo: “Es necesario que él crezca y que yo mengue” (Juan 3:30). 
Nosotros hemos crecido, y él ha menguado. 

Hablo de nuestra autosuficiencia. Hablo de que “Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Hablo de que son “bienaventurados los pobres en espíritu”, y “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Pero “ay de vosotros ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo” (Lucas 6:24).

Nuestro orgullo nos ha transformado en todo lo contrario a la mujer con el vaso de alabastro en la mano, todo lo contrario a aquel publicano en el templo gimiendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador”, todo lo contrario a vasos de barro quebrados mostrando ese tesoro incalculable.
Hemos dejado la cruz por ser muy pesada y molesta enseñando que Dios es una especie de Banco con muchos beneficios, y que él es el padre que para sus hijos solo quiere LO MEJOR DE LO MEJOR. Hemos enseñado que Dios es “dueño del oro y de la plata”, por lo tanto si hay personas que deben disfrutar de las riquezas son los hijos de Dios.
Hemos cambiado el negarnos a nosotros mismos diciendo que para amar a los demás es muy importante primero amarnos a nosotros. Y los libros de autoestima se venden por millones.

Cuando Dios buscaba quebrarnos en sus manos, reprendíamos al diablo.
Ante las criticas o problemas con alguien hemos cerrado las puertas bruscamente. Mientras el Señor dijo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44), nosotros actuamos exactamente igual que cualquier persona de este mundo.
Y finalmente nos hemos endurecido tan fuertemente contra Dios que nos ha quedado solo una religión humana.
Algunos a puro grito y metas a alcanzar, y otros muy tranquilitos y metódicos.

¿Y el Señor?
Hemos dejado la cruz a un costado. Hemos aborrecido la muerte de nuestra carne. Y esta se ha apoderado de nosotros.

¿Y Dios?..... ¿Dios?.... Fuera de nuestros templos..... Llamando: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

David Legge, pastor bautista irlandés: “Lo que se volvió para muchos un Cristianismo normal es anormal de acuerdo al registro del Nuevo Testamento; y aquellos quienes están buscando vivir lo que la Biblia estipula como una experiencia cristiana normal son vistos como anormales. Yo no sé si estás de acuerdo o no, pero yo pienso que una cosa es segura: en nuestras Iglesias, en nuestra sociedad, y (si somos honestos delante de Dios) en nuestras vidas personales, hay una clara ausencia de la bendición de Dios, una clara ausencia de conciencia de Dios y una clara ausencia de la ministración y ministerio del Espíritu Santo” (Sermón “Avivamiento del Espíritu Santo”).

F.E. Marsh: “Alguien ha dicho, al contrastar la Iglesia primitiva con la cristiandad de hoy: ‘...Si el evangelista Lucas estuviese describiendo la cristiandad moderna en lugar de la primitiva, tendría que variar un tanto la fraseología de Hechos 4:32-35, para decir lo que sigue: ‘... Y la multitud de los que habían profesado eran de un corazón duro y de alma de piedra, y cada uno de ellos decía que lo que poseía era suyo; y todos tenían las cosas a la moda. Y con gran poder daban ellos testimonio de las atracciones del mundo, y abundante egoísmo había sobre todos. Así que había muchos entre ellos que carecían de amor, porque todos lo que eran poseedores de fincas compraban más, y a veces daban un poco de ello para el bien público, para que sus nombres fueran (anunciados desde el púlpito), y se hacía distribución de elogios a cada uno según deseaba’.” (“Fully Furnished”. Pag. 74).

¿Qué hacer?
Postración, reconocimiento de pecado, arrepentimiento, humillación y total dependencia en la obra de Jesús en la cruz.

“Todo avivamiento verdadero constituye un retorno de las personas a Dios” (Richard Owen Roberts - Sermón “La predicación que pone barreras al avivamiento”).

Dios está retornando Su pueblo a él.
El primer paso es reconocer nuestra actual condición con la más cruda sinceridad:
"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo... acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe..." (Hebreos 10:19-22).

¿Lo quieres?....



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