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¿TORCER LA MANO A DIOS CON LA ORACIÓN?

Muchos hablan de la oración como una fuerza que llega hasta el punto de hacer cambiar de opinión al Señor o torcer su mano.


Como si Dios tuviera una perfecta voluntad sabiendo que algo es lo mejor, pero con nuestra oración decide en vez de hacer lo perfecto que él sabe, lo que a nosotros nos parece.


O como si Dios no tuviera muchas ganas de hacer algo, pero como insistimos lo animamos a hacerlo. Todo esto es una locura.


Lutero dijo: “La oración no es vencer el desgano de Dios, sino confiar en su buena voluntad”.


No oramos para torcer su mano. No queremos que haga lo que a nosotros nos parece mejor. El es el Dios Omnisciente. El sabe que es lo mejor para nosotros y los demás. Por lo que no queremos convencer al Señor de que haga algo. Le rogamos que cumpla su voluntad en nosotros y los demás.


Arthur Pink: “Queremos dejar bien sentado que la oración no tiene por objeto alterar el propósito de Dios, ni moverle a formarse otro nuevo. Dios ha decretado que ciertos acontecimientos tengan lugar, pero también ha decretado que estos acontecimientos tengan lugar a través de los medios que él ha designado para su cumplimiento. Dios ah elegido a ciertas personas para ser salvas, pero también ha decretado que lo sean por medio de la predicación del evangelio. El

evangelio, pues, es uno de los medios establecidos para el cumplimiento del eterno consejo del Señor, como la oración es otro... Aun las plegarias de su pueblo están incluidas en sus eternos decretos. Por tanto, en vez de ser las oraciones algo vano, se encuentran entre los medios por los cuales Dios realiza sus decretos... El propósito de Dios es que su voluntad se cumpla por los medios que él mismo ha decretado...


La oración redunda en gloria de Dios, pues en ella no hacemos sino

reconocer que dependemos de él. Cuando suplicamos humildemente

al Ser Divino, nos ponemos en sus manos y a Su merced...

Asimismo, la oración ha sido designada por Dios para ejercicio de

nuestra fe. La fe es ejercitada en la oración...” (“La soberanía de

Dios”. Pag. 144-155).


-No oramos como si Dios se hubiera olvidado de algo.

-No oramos como si fuéramos más buenos que Dios

-Oramos principalmente para que la gloria sea manifestada. Debemos

amarlo más a él que a nuestras necesidades, deseos, anhelos,

familiares o vecinos.

En todo lo que pidamos el anhelo principal debe ser: “glorifícate en

esa situación”.


Entonces viene la pregunta: “¿Por qué

debemos orar?” la respuesta es: “Debemos orar por todas las cosas que

tienden a la gloria de Dios”


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DIOS les bendiga hermanos


Solo a DIOS sea la gloria

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