Páginas

¿POR QUÉ ORAR POR LA CONVERSION DE ALGUIEN?

Una persona no regenerada según la Palabra está muerta en “delitos y pecados” (Efesios 2:1), es “esclava del pecado” (Romanos 6:17; Juan 8:34), el dios de este siglo ha “cegado su entendimiento” (2 Corintios 4:4), sus corazones están endurecidos contra Dios (Efesios 4:18) y es hostil y rebelde contra la voluntad de Dios (Romanos 8:7).


Ahora, si tú crees que depende de esa persona aceptar en su libre albedrío a Dios o rechazarlo, ¿entonces para qué pedirle al Señor? Si es la persona quien debe decidir según tú. ¿Oraras para que el Señor ilumine su mente y así le resplandezca la luz del evangelio de Cristo?

John Piper: “la doctrina de la soberanía de Dios no es contraria ala oración por la salvación de los pecadores. Por el contrario, es la idea de que las personas se salvan en su libre albedrío la que inutiliza la oración por los perdidos...


Solo la persona que rechaza la ‘humana autodeterminación’ puede orar consistentemente por la salvación de los perdidos. Mi oración por ellos es que Dios haga lo mismo que hizo por Lidia: ‘el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía’ (Hechos 16:14). Yo oro que Dios, que una vez dijo: ‘Sea la luz’, use el mismo poder creativo y ‘para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo’ (2 Corintios 4:6). Yo oro que que quite ‘el corazón de piedra’ y les dé ‘un corazón de carne’ (Ezequiel 36:36). Yo oro que ellos nazcan, no ‘engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios’ (Juan 1:13). Y con mi oración intentaré “corregir a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo en que están cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2:24-26).


En síntesis, yo no le pido a Dios que se siente y espere a que mi vecino decida cambiar” (“La soberanía de Dios y la oración”).

Alguien puede decir: “Está bien, Dios soberanamente salva a los suyos porque los predestinó desde antes de la fundación del mundo. Pero ¿qué sentido tiene nuestra oración? Si Dios los quiere salvar, los puede salvar sin nuestra oración.

A esto John Piper responde: “Esto es lo mismo que la predicación. “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14). Creer es un don de Dios (Juan 6:65; 2 Timoteo 2:25; Efesios 2:8), pero Dios ha ordenado que los medios por los cuales el hombre crea en Jesús sea a través de la predicación del hombre...

La oración es un acto humano que Dios ha ordenado en el cual se deleita porque refleja la dependencia de sus criaturas ante él” (“La soberanía de Dios y la oración”).

0 comentarios: